....por Lucio Angulo
“Manolete, si no sabes torear… pa qué te metes" Existe en el baloncesto, así como en muchas empresas en la actualidad, lo que se denomina vulgarmente “hacer equipo”. Es algo inconcreto, abstracto, complicado de conseguir. Una comunión entre cuerpos, una fusión de deseo y sudor. Pero una vez que se logra, es un éxtasis. Cualquier mente obtusa que me lea pensará que hablo de otra cosa, pero la analogía puede valer. Cuando en vez de ser un EQUIPO se es un simple “grupo” o la “suma de individuos”, algo falla. Debe existir una comunión y un compromiso. Saber por qué y para qué trabajas, conocer tu roll. Aprender a sacrificarte… En esos momentos estas empezando a construir algo. Creo que igual que se hacen votos en el matrimonio deberían hacerse en un equipo de baloncesto: “¿Quieres pertenecer a este equipo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza (tú no, Pau), en las derrotas y en las lesiones, en los impagos y en los errores… hasta que el contrato nos separe?”. La voluntad de hacer equipo llega muy lejos. Yo he vivido desde estancias monacales en sitios inhóspitos, a pretemporadas infernales sin otra cosa que hacer más que correr por las agrestes montañas. La última fue en Treviso. Cuando apenas llevaba una semana allí y casi no conocía las caras de mis compañeros, nos llevaron a un Spa. ¡Maravilloso!, pensé. Cuál fue mi sorpresa cuando en el Spa, en Brunico obligaban a estar “en bolas”. Tanto hombres como mujeres. ¡Ésta sí que es una forma de mirar a la cara de tus compañeros! Cuando ví la escena de 10 tíos hablando amigablemente desnudos dándonos cachetazos en el culo, sopesé seriamente: “¿No estaremos haciendo demasiado equipo?” Actualmente estas técnicas están muy en boga en las empresas. Recientemente me contó un amigo que trabaja para una inmobiliaria franquiciada que en una de estas escapadas para-fundirse-en-un-abrazo-de-concordia animaron a todo el grupo a andar sobre brasas(quiero puntualizar que mi amigo es más chulo que un “8” y que le cuesta andar del sofá a la nevera). Cual fue su sorpresa cuando uno a uno fueron pasando los 30 trabajadores que iban delante suyo animadamente entre jaleos y gritos. Puedo imaginar a mi amiguete con cara de “Manolete, si no sabes torear… pa’ que te metes”. Hubiese pagado mucho dinero por ver su cara mientras pasaba descreído fundiéndose en un ficticio abrazo con su reciente familia de cartera, tras su “desvirgamiento” empresarial. Hacer equipo es complicado y en algunos casos arriesgado. ¿Dónde empieza la voluntad y dónde acaba la apariencia? ¿Quién pone los límites? ¿Se puede medir el deseo en términos pecuniarios? ¿Y provocar un sentimiento de pertenencia? Equipo es saber dónde acaba uno y dónde empieza el otro. Es saber sacrificarse por objetivos comunes. Allá donde no cabe la primera persona… Aunque siempre habrá alguno que intente cambiarte de bando. El egoísmo es un mal humano endémico y siempre existe gente como un amiguete que me contestó: “El trabajo en equipo es esencial. Te permite echarle la culpa a otro”…
..good luck and good basket...!!!
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