viernes, 10 de agosto de 2007

Barry Bonds 756 un record cón peros..



El lanzamiento abandonó la mano de Mike Bacsik a las 8:50 PT del martes por la tarde, llegó al plato local a 84 millas por hora y luego, mientras las cámaras convertían al AT&T Park en la toma de fotos más grande del mundo, la específicamente marcada pelota de béisbol se reunió con su creador.

Por vez número 756 en su espectacular y conflictiva carrera, Barry Lamar Bonds convirtió la mejor intención de un lanzador en un jonrón. En un conteo de 3-2 en la quinta entrada, Bonds bateó y envió a la pelota rápida a la sexta fila de las gradas del jardín centraly a la historia del béisbol.

Bonds ahora es el líder de de todos los tiempos en Grandes Ligas en jonrones y controversia. Lo hizo a los 14 días de haber cumplido los 43 años de edad y 21 años después de su primer jonrón. Y lo hizo bajo sus propios misteriosos parámetros.



Bonds levanta sus brazos luego de conectar su HR 756Mientras la pelota se acercaba al mar de humanidad que la aguardaba, Bonds dejó caer el bate y levantó ambos brazos en son de triunfo y quizás alivio. Se quedó parado en el plato varios segundos, dio cuatro pasos hacia la primera base, y luego comenzó su familiar gira de 360 pies por las bases. Su sonrisa recorría toda su cara.


Los fans de los Gigantes de San Francisco gritaron suficientemente alto como para activar los sensores de advertencia de terremotos. Ese estadio, esa ciudad y esos fans siguen siendo el refugio de Bonds, y los premió con El Jonrón, y si creen en tales cosas, El momento más importante en los deportes.

Bacsik, el tejano de 29 años que había encontrado su camino de regreso a las mayores tras haber pasado años en lugares como Burlington, Buffalo y Scranton/Wilkes-Barre, saludó a Bonds tocando la punta de su gorra. El zurdo había cedido un doble y un sencillo a Bonds a comienzos del partido. Esta vez, con un out en la quinta entrada, cedió el jonrón que permitió a Bonds terminar con el reinado de 33 años de Henry Aaron como rey de jonrones de las Mayores.

Los fuegos artificiales explotaron por sobre el marcador del jardín central. Los compañeros de equipo esperaron en el plato local para abrazarlo y felicitarlo. La familia de Bonds se juntó para besarlo.

Bonds luego hizo una reverencia y lanzó besos a la tribuna del AT&T Park. Su padrino, el gran Willie Mays, fue llevado al jardín. Un video pre-grabado de Aaron fue mostrado en pantalla.

Pueden admirarlo u odiarlo, pero no pueden negar la habilidad de Bonds para hacer que lo veamos. Fue algo impactante yesperen un segundo. Ya no puedo hacer esto.

No puedo pretender que lo que hizo Bonds el martes por la noche frente una audiencia de televisión nacional y sus fieles fans de los Gigantes sea algo más que una actuación de "hacer las pases" en el drama del béisbol.

No puedo pretender que el jonrón número 756 de Bonds realmente importe porque no hay manera de saber cuantos de ellos fueron bateados por el Barry Limpio y el Barry Sucio.

No puedo pretender que Bonds sea el legítimo sucesor de Aaron porque simplemente hay demasiadas cuestiones y demasiada evidencia que sugiere lo contrario.


Getty
Willie Mays felicita a su ahijado luego del histórico jonrónY a fin de cuentas, no puedo pretenderlo porque creo en la pureza de los números de Aaron, pero no en las coincidencias. Lo que Bonds ha hecho no es una coincidencia. Yo creo que fue trampa. Racionalicen y justifiquen todo lo que quieran, pero Bonds tuvo una elección. Y yo creo que eligió hacer trampa.


La desconexión entre Bonds y la inmortalidad del béisbol nunca fue tan evidente. El comisionado Bud Selig no asistió al partido. Su ausencia no fue por rencor, pero enfrentémoslo, Selig parece preferir estar haciendo cualquier cosadesde ir al Westminster Dog Show con Michael Vickque esperar que Bonds batee su jonrón número 756. Al saltarse el partido del martes por la noche, les evitó a todos la imagen de estar parado con las manos en los bolsillos. Otra vez.

Claro está, Aaron eligió pasar el viaje. ¿Acaso porque no quería estar cerca cuando Bonds bateara el jonrón número 756? Esa es la postura oficial de Pravda, y Aaron la cumplió. Pero uno se pregunta que hubiera sucedido si hubiera sido otro y no Bonds quien quebrara su record.

Pero quizás tampoco pueda pretender tampoco.

"Es un gran logro", dijo Aaron en el video, "que requirió talento, longevidad y determinación".

Y la destreza de un químico.

Pero no es por Bonds en si mismo. No es porque sea menos acogedor de abrazar que un cactus. Y a pesar de que odio decepcionar a los teóricos raciales, esto no es porque sea afro-americano. Si este fuera el mismísimo Mark McGwire en la abrazadera de Bonds, estaría diciendo lo mismo: que no se pueden celebrar los logros de alguien que utilizó sustancias ilegales para mejorar su actuación.

No, esto tiene que ver con quien es Bonds, y no con lo que es. ¿A quien le importa si es un ensimismado freak del control (palabras de Gary Sheffield, no mías) con un síndrome de mártir? Lo que importa es su DNA moral. Y en el caso de Bonds, cambió su ética de béisbol por el dinero y por el record de Aaron.

Bonds y sus números de carrera son un fraude. Tal como los de McGwire. Así como los de Rafael Palmeiro. Como los de Sammy Sosa. Bonds no fue el primero en tomar esteroides, pero es el primero en tomar el record de Aaron. Y por esa razón si debería importar.

Hubo un tiempo, sin importar como nos sintiéramos hacia Bonds, en que uno no podía ignorar la magnitud de su talento. Esos fueron los días con los Piratas de Pittsburgh y su comienzo de carrera con los Gigantes. Ahora no podemos ignorar la magnitud de su presupuesto.

Es lo más próximo a un bateador designado en la Liga Nacional. No puede correr. Su brazo es modesto cuando se luce al máximo. Es un riesgo defensivo.

Pero el hombre sabe como manejar un bate.

Como siempre, Bonds sigue calculando mal su encanto. Cree que fue tratado muy injustamente, cuando en realidad la historia es al revés. Es el maestro para infligir daño colateral, y luego pretender ser inocente.

El mes pasado, durante una sesión de medios previa al Juego de Estrellas en un hotel en San Francisco, Bonds se encontraba rodeado de periodistas y camarógrafos. Tras una hora larga de preguntas, Bonds se paró y con un tono satisfecho dijo, "Todos dicen que soy lo más desagradable que hay, pero todos están aquí para mi".

Todos nos paramos, pero no para honrarlo. Eso lo reservamos para jugadores que lo hacen de la forma correcta, de la forma honesta.

Salga a recibir los aplausos Sr. Aaron.

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